El sexo, la soledad, el placer, la angustia y la muerte. Y el sexo.

Seis peículas de sexo que no son de sexo.

(Imagen de Portada: Katsushika Hokusai„El sueño de la esposa del pescador“, Japón, 1814.)

Un antiguo axioma de los medios dice: „Sex sells“. En esas ocho letras se esconde una especie de ley natural que rara vez falla. Lo cual es una pena, porque habla muy mal de nosotros: „A falta de contenidos, buenos son los culos“, podríamos resumir en nuestra lengua. Y el resultado es siempre igual de triste, vacío e idiota, porque en definitiva no importa con qué culos llenemos el hueco que deja la falta de contenidos: todos terminan siendo el mismo. Y la hegemonía del sexo mediático es, a la polifonía del sexo, lo que la comida chatarra es a la gastronomía: un débil consuelo. 1

Por suerte, más allá del porno y más allá del binomio „culo-teta“ homogeneizado y apto para todo público, todavía hay películas que giran en torno al sexo real y en torno al sexo imaginario, algunas más explícitas que otras, todas intentando despojar al sexo mediático de su envoltorio de plástico, todas queriendo hacer incapié en que en la polifonía del sexo (además de culo-tetas neumáticos y aplaudidos orgasmos), también hay lugar para el placer, para la angustia, para la compañía, para la soledad y para la muerte. Entre otras muchas cosas.

En este marco, las siguientes son seis películas de sexo que no son de sexo:

La pianiste (2001)

Michael Haneke
iMDB

Entre todas las cosas que es el sexo, una de las más evidentes y más usuales es „ejercicio de poder“. Esta película de Michael Haneke —o mejor dicho, el libro de Elfride Jelinek que usa Haneke para hacer esta película— muestra de la forma más cruda cómo el sexo puede ser sometimiento y violencia, esas dos caras del poder que a veces nos invaden sin saber cómo. Por supuesto, aquí el sexo es solo un elemento más de una historia que versa no tanto sobre él sino más bien sobre la relación patológica con el poder que tiene una sociedad neurótica y enfermiza; y que trata de ofrecer una posible respuesta al „cómo“ (y también al „por qué“) planteado más arriba. El mérito de Haneke es, como siempre, desarrollar una crudeza que no requiere de ninguna explicitud: lo violento y lo sórdido se producen en la mente del expectador y por eso, quizás, sus películas queden durante tantos años ahí guardadas, enfrascadas en un recuerdo indeleble y perturbador.


Der freie Wille (2006)

Matthias Glasner
iMDB

„El libre albedrío“ es una película extrañamente cruel con el espectador: cuenta la historia de Theo en primera persona, y provoca una fuerte identificación con el protagonista. Hasta ahí, el recurso tiene poco de cruel y nada de extraño; lo curioso del asunto radica en el hecho de que Theo es un violador que sufre un trastorno psicosexual a todas luces gravísimo. Lograr esa identificación con un personaje tan tabuizado (podríamos decir que Theo está muy cerca de ser la personificación del mal; y la película no escatima ni en violencia ni en crudeza para dejar eso bien claro), meter al espectador en la piel de una persona con uno de los pocos trastornos que la sociedad no perdona ni quiere comprender es, de lejos, lo más interesante de la película. Probablemente, también sea ese el motivo por el cual la mayoría de los espectadores la cataloguen sin tantas vueltas como „una porquería“. Buscar la indentificación y la comprensión (cosa que Glasner hace, sin dudas) es una de las decisiones cinematográficas más valientes que he visto nunca; por supuesto, la película es desagradable, explícita, violenta y perturbadora. Yo no pude volverla a ver, aunque creo que merece un segundo visionado.


Año bisiesto (2010)

Michael Rowe
iMDB

Cuando se estrenó „Año Bisiesto“ yo estaba viviendo en Ciudad de México. La opera prima de Michael Rowe venía de dar la vuelta al mundo —cinéfilo— y de llevarse una cámara de oro en Cannes; siendo la película mexicana y siendo los mexicanos tan orgullosos de su tierra, imaginé colas de gente para entrar al cine, salas alborotadas de espectadores, localidades agotadas con meses de anticipación y dificultades múltiples para lograr ver la maldita cinta, de la que por supuesto no podía encontrarse ninguna copia pirata por ningún lado.

Imaginé mal. El estreno de la película (que, a mi modo de entender el cine, esté probablemente entre las mejores diez producciones mexicanas de los últimos diez años) pasó sobre la tierra nauhátl sin penas ni gloria. En un país con más de 110 millones de habitantes, se distribuyeron apenas diez copias (El Gran Público, claro, estaba mucho más preocupado por el estreno de Comer, Rezar, Amar y enlatados por el estilo 2. ). En la sala eramos dos parejas y yo; en ese momento, la memez generalizada jugó a mi favor: no hay nada mejor que tener el cine para uno solo. La película está hecha con pocos recursos, transcurre íntegramente en el interior de un apartamento y narra la vida de Laura, una joven oaxaqueña que gasta sus días en el D.F. alternando entre la soledad de sus cuatro paredes, la soledad del sexo casual y la soledad de una cuenta regresiva que lleva ella en su calendario y que la película insinúa fatal: algo ha de suceder cuando llegue el 29 de febrero de ese año. El plot no puede esbozase mucho más detalladamente sin caer en un spoiler grosero; de todas formas la película es mucho más su cómo que su porqué, y en cualquier caso, hay que verla.


Shame (2011)

Steve McQueen
iMDB

„Shame“ viene a ser una versión masculina de y anterior a „Nimph()maniac“ (sorprendentemente, mucho mejor: sobre la última película de Lars von Trier escribiré más abjo) y muestra cómo el sexo puede ser una adicción y una imposibilidad a la vez; intento de resolución y expresión de un problema al mismo tiempo, pero sin caer en demasiados lugares comunes y dejando muchas puertas abiertas, no por descuido sino por cálculo.

El protagonista se nos presenta bastante más complejo de lo que parece a primera vista; y quizás la reducción de esa complejidad en un solo elemento de su personalidad (su sexo) sea el punto fuerte y a la vez el punto débil de la película. Esta película, lejos de ser perfecta y más allá de lo dicho hasta aquí, me ayudó a descubrir a un Michael Fassbender más versátil y talentoso de lo que hasta entonces creía posible: solo por eso vale aunque sea un primer visionado. Por lo demás, quizás, hasta merezca un segundo; la dirección es prolija y cuidadosa de los detalles. La siguiente película de McQueen (12 years a slave) se llevó tres premios Oscar; sin embargo (o más precisamente debido a ello) no me atrevo pronosticar si será mejor o peor que ésta, la que —sea como sea—, sí merece ser vista.


Jeune et Jolie (2013)

François Ozon
iMDB

El plot de la película, según la wikipedia alemana, dice que „Marine Vacth encarna a una joven estudiante de diecisite años que comienza a ejercer la prostitución movida por la fascinación y por el dinero fácil…“ Creo que pocas veces leí nada más equivocado e irreflexivo, y dudo seriamente que quién redactó esa línea haya visto la cinta. La protagonista es joven y se prostituye, pero de ningún modo está movida por el „dinero fácil“: proviene de una familia parisina de clase media-alta y como tal, no tiene ni necesidad de dinero „difícil“, ni interés por el dinero „fácil“. La prostitución de la protagonista está despojada de casi toda sordidez o culpa: es más bien la manifestación de un impulso, una angustia, una curiosidad, una búsqueda y por sobre todo, una decisión —adolescente, pero también y por sobre todas las cosas— conciente 3. Aquí no hay proxenetas, no hay (casi) humillación, no hay adicciones, no hay traumas, no hay padres violadores ni madres alcohólicas, no hay necesidad de subsistencia. Hay, sí, dolor sin sangre. Placer sin júbilo. Drama sin melodrama. Y hay un director que sabe hablar con el lenguaje de los cuadros, de los tiempos y de los silencios. También hay una actriz que (agradable, curiosa y excepcionalmente) es tan hermosa como grandiosa. Con un final demasiado abierto para mi gusto (cosa que con apenas un poco de buena voluntad podemos leer como la parábola de la multiplicidad de posibilidades del desarrollo futuro de la historia de la protagonista) y algún que otro detalle de importancia menor, esta cinta es de revisión altamente recomendada.


Nymph()maniac (2013)

Lars von Trier
iMDB

De todas las películas de la lista, esta es la única que representó para mí una decepción de proporciones. Quizás debido a que mis ansias eran demasiado grandes; las expectativas que puse en la última parte de la „Trilogía de la Depresión“ (como el mismo Lars von Trier describe a la seguidilla de „Antichrist“„Melancholia“ y „Nymp()maniac“), alimentadas con teasers, avances, carteles, blogs y un sinfin de cookies que despertaban más y más mis ganas de que la maldita película se estrenara de una maldita vez, se vieron reducidas a un (¡cuidado, chistonto!) triste polvo cuando los casi 3GB aterrizaron en mi disco rígido.

Comenzando por el título, que anunciando otra película podría haber sido brillante; pero siendo el producto final tan pretencioso, sólo logra remarcar lo misógino del concepto de la ninfomanía (y soy muy cuidadoso al no afirmar que ésta sea una película misógina) y continuando por un sinfín de recursos gastados y faltos de ingenio, esta película se me antoja más como la mala copia del boceto de una idea de Lars von Trier que como la conclusión de un proyecto de más de seis años.

El libro se puede resumir con una simpleza casi imperdonable: „Una mujer que tiene muchos compañeros sexuales —en búsqueda de un placer que es incapaz de sentir—, le cuenta la cronología de su adicción por el sexo a un desconocido (intelectual, cincuentón, asexual y virgen)“ 4. ¿Están pensando en todos los lugares comunes que están implícitos en esa pequeña línea argumental? Están pensando bien.

La mediocridad de la cinta continúa con el abuso de ciertos recursos que (a mí: un neófito que no entiende nada de nada y mucho menos algo de cine) me dieron vergüenza ajena, como por ejemplo, el intercalado (forzado, forzadísimo) del relato de promiscuidad de la protagonista con comentarios e imágenes… de pesca (sí: la película hace una parábola grosera de las conquistas sexuales de la protagonista con… ¡la pesca! ¡Así de berreta es!) o el uso de música de Rammstein como basura pretenciosa y efectista „contraste entre la parsimonía formal del relato y la violencia explícita de su contenido“. Que por otra parte no es tal, dejémosnos de joder, al fin y al cabo lo que vemos son algunos penes flácidos, otros erectos, agunas vulvas y gente gimiendo y poniendo caras al penetrar a —o ser penetrada por— otra gente. ¡Porelamordedios! Más escandalizante es el éxito de Ricardo Arjona, y yo no veo a nadie poniendo el grito en el cielo cada vez que el tipo saca un disco.

¿Y por qué dos partes? Las dos partes existen única y exclusivamente porque Lars no se tomó el tiempo de editar mejor: las casi cuatro horas durante las que se extienden —interminables— las dos aburridísimas mitades de este bodrio insufrible podrían haber sido reducidas a dos, sin que el filme perdiera absolutamente nada, ni en lo argumental ni en lo estético. Esto no es el señor de los anillos.

El personaje de Seligman, el intelectual asexuado y cincuentón que hace las veces de interlocutor de Joe, aparece totalmente forzado y pretencioso, con intervenciones permentes para academizar el relato, trazando paralelos con la historia universal de la humanidad con comentarios del tipo „¡Claro! Cuando Dante llegó a las puertas del infierno leyó un cartel que rezaba „Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza“, por eso no es raro que te sintieras desesperanzada después del sexo…“. Las sandeces sinsentido de ese calibre son, sin duda, lo más molesto de la película; cada tres minutos tiene uno que controlarse para no apagar el televisor al verse insultado de semejante forma.

El director danés, en definitiva, esta vez eligió insultar a su público de forma grosera durante casi cuatro horas en lugar de hacer una película. No por mostrar escenas de sexo explícito (que de transgresoras tienen poco menos que nada; de hecho, en cualquiera de las otras películas de esta lista hay más sexo que aquí, siendo esta la más explícita de todas), sino por creer que con un refrito de lo que sabe que „su“ público le comprará de buena gana y sin mayores cuestionamientos puede suplantar la elaboración de una idea original („original“ en el sentido de interesante, no le estoy pidiendo que reinvente la rueda); por repetir viejas recetas pero vestirlas de una especie de superioridad intelectual que debe ser explicada permanente y pretenciosamente, ¡no vaya a darse el caso de que algún espectador se quede sin entender la grandeza de sus ideas y lo profundo de su acervo cultural!

En resumen, esta película es la bazofia de un director que, como el Dios de los Simpsons, ya es „muy viejo y muy rico para hacer esto“, si por „esto“ entendemos embarcarse en el trabajo que da hacer buen cine. Una pena.

  1. Como dijo una vez Doris Lessing: „El sexo es siempre diferente, en los diferentes momentos de nuestra vida, es diferente en las diferentes personas y diferente con la misma persona. Me enerva que prefiera etiquetárselo cómo si se pudiera clasificar, ordenar, escalonar lo que es cambiante, a veces bueno y a veces malo.“[]
  2. Cabe preguntarse que tiene de „grande“ la enorme cantidad de gente que demuestra tales preferencias: no tengo respuestas a semejante interrogante[]
  3. En algún punto, también es una decisión adulta: esa ambivalencia y amigüedad entre la adolescencia y la madurez del personaje se manifiesta en ése y en muchos otros detalles de su composición, y es una de las cosas que lo enriquece tanto; evidentemente, François Ozon domina el lenguaje cinematográfico a la perfección.[]
  4. Dije bien: „cronología“, no „historia“.[]

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